sábado, 31 de octubre de 2009

¡El lobo, que viene el lobo, el lobo¡

Otro de mis artículos en la Revista Cazadores, donde a raiz de unos "supuestos" ataques de lobo en Villaviciosa de Córdoba en abril de 2008 la expectación en la gente del campo fue enorme a pesar de que no se pudo demostrar que hubiera sido una lobada en toda regla.

Así empezaba, tras unas imágenes inolvidables de lobos al amanecer uno de los capítulos más emblemáticos de la serie el Hombre y la Tierra de Félix Rodríguez de la Fuente. Las escenas, para refrescar la memoria, mostraban como en un redil de los antiguos de piedra, los lobos saltaban las paredes y entraban a dar buena cuenta de las ovejas que allí habían pasado la noche. El pastor aterrorizado, por no poder hacer nada para evitar la muerte de sus ovejas, salía disparado en dirección al pueblo más cercano gritando: ¡¡¡El lobo, que viene el lobo, el lobo¡¡¡, mientras los lobos correteaban a las ovejas de un lado a otro, hasta que podían morder la yugular de manera efectiva para continuar con la próxima victima.

Mucho tiempo ha pasado desde entonces, aquellas imágenes mostraban lo que en aquellos tiempos un clan familiar de lobos podía hacer si se topaba con tan exquisito manjar. Hoy día estas escenas se repiten, de vez en cuando, por parte del territorio español por donde aun vive el lobo y por donde aun campa a sus anchas este formidable carnívoro.

Los lobos adaptados a la carrera continua, a vivir jerárquicamente, respetando a los individuos adultos, los machos alfa y como si de verdaderos comandos se tratase, son capaces de recorrer grandes distancias durante la noche y organizarse para poder realizar las emboscadas más perfectas y siendo implacables en ellas. Este carnívoro ha preferido en su evolución como especie mantenerse unido a su clan familiar para poder sobrevivir, frente a otros carnívoros como el zorro o el lince que prefieren la supervivencia en solitario. Su papel como superdepredador, manteniendo a raya a los grandes ungulados y no desperdiciando ninguna carroña de la que se pueda aprovechar lo más mínimo, no le han dado la reputación más merecida y por la que este animal se encuentra en lo más alto de la pirámide trófica del bosque mediterráneo.

Perseguido durante décadas por su imagen hostil frente a ganaderos y propietarios de fincas cinegéticas, el lobo se encuentra en determinados lugares al borde de la extinción. Este es el caso de Andalucía. De la abundancia del lobo a principios del siglo XX, tan solo quedan ya dos reductos andaluces. Uno de ellos coincide en parte con el territorio de otro formidable superdrepedador terrestre: El Lince Ibérico en el norte de las sierras de Andujar-Despeñaperros en Jaén y en Cardeña-Montoro en Córdoba . Mientras que el otro reducto se encuentra en el las sierras de Villaviciosa de Córdoba y en el Parque Natural de Hornachuelos. A esta situación se ha llegado por que el lobo ha sido perseguido hasta el exterminio por todo el territorio andaluz. La persecución directa nos ha llevado a esta situación, que ha determinado que se releguen en las más agrestes sierras, al margen del ser humano, su principal enemigo y perseguidor.

Como se ha analizado y estudiado en algunos trabajos sobre la situación del lobo en Andalucía, la situación actual del paisaje andaluz podría ser beneficiosa para la especie. Por un lado el abandono del campo y la presencia del hombre en el mismo se han visto reducidos a la mínima expresión, donde los guardas cinegéticos son casi los únicos habitantes de las sierras. Se han reducido los rebaños de ovejas y cabras que modelaban y mantenían a raya el matorral, recuperándose una cubierta vegetal perdida. Dentro de los dos núcleos poblacionales que existen en Andalucía la red vial es escasa, lo que unido al abandono del campo presenta relativa calma a los territorios del lobo.
Otro de los factores que han determinado el mantenimiento actual de los núcleos loberos andaluces es la titularidad privada de grandes fincas cinegéticas, donde la abundancia de reses cinegéticas como el ciervo o el gamo es elevada. Ahora bien y como apuntábamos anteriormente podría esperarse que todos estos factores pudieran ayudar al lobo en su expansión, pero desde 1990 el lobo no ha aumentado su presencia en el territorio andaluz. Se sigue persiguiendo y los cerramientos cinegéticos determinan que el lobo que puede recorrer grandes distancias en la noche, adapte sus movimientos a las mallas siendo más fácil su localización y control. El veneno y los lazos siguen estando presentes en el campo y la realidad es que si los lobos atacan e influyen en la actividad ganadera de una zona andaluza y se reconoce que el ataque ha sido efectivamente producido por el cánido, la Administración andaluza, paga. Pero si el caso es que los daños son sobre la actividad cinegética la cosa cambia, no existe ningún tipo de indemnización y por lo tanto la solución pasa por su control dastrico y con final fatal para la especie.

Poco tiempo ha pasado desde que la noticia de que lobos cordobeses habían matado a un centenar de ovejas en Villaviciosa saliera a la palestra cinegética. Cuando a los aficionados al campo se nos ha preguntado que opinamos de este tema, si eran lobos o no eran lobos, la verdad es que hemos sido cautos a la hora de enfrentarnos a la respuesta de esta cuestión. Por un lado si el lobo sigue presente en las sierras de Villaviciosa, Villanueva del Rey, Sierra Albarrana, las cercanías a la Cardenchosa y los barrancos del Bembezar es por que hablamos del territorio cinegético que menos cotos de caza disponen de cerramientos cinegéticos, por lo que la especie puede andar a sus anchas. Así por ejemplo si se montea la finca del Pedrejón Alto y durante algunos días los lobos han estado por la zona, estos se desplazaran libremente y sin impedimentos, no existirá ni rastro de los lobos durante la montería y ningún postor, puesto o rehalero topará con ellos, por que pueden que estén a una veintena de kilómetros de la mancha. Por otro lado, tampoco se han recibido comentarios de avistamientos recientes desde hace algún tiempo, ni por parte de la Administración, ni por parte de la gente de la sierra.

Los técnicos que trabajan en el seguimiento del lobo en Andalucía bien saben que aunque no se les vea, eso no quiere decir que no estén presentes en el lugar, sus marcas, sus rastros sus encames, etc. darán las pistas de su presencia. Pero una cosa ha de estar clara, a la hora de establecer opiniones y determinar certezas sobre los rastros en campo, debemos ser prudentes, no podemos olvidar que durante muchas actividades cinegéticas como las que se producen en nuestra sierra, se pierden algunos canes domésticos por no ser recogidos o por que el viento de alguna cierva los despistó bastante del rehalero, quedaron en la sierra y se vieron obligados a sobrevivir actuando impunemente como lo haría un clan familiar de lobos ibéricos.

La sociedad de hoy día debe ser capaz de vivir con las especies silvestres que estuvieron y están en la sierra, respetando sus ciclos naturales. ¿Dónde quedan los rebaños de ovejas con esos buenos mastines protegiendo estos rediles? La Administración en su papel tiene que hacer frente al pago por daños, rápida y eficazmente. De nuevo el paradigma de la Conservación y la Caza se ven obligados a entenderse, en esta ocasión con el lobo, por que los cotos de caza mayor andaluces deben estar orgullosos y llevar por bandera en cada una de sus actividades cinegéticas que por sus terrenos, el que fuera el primer amigo del hombre prehistórico, sigue viviendo entre nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario