Durante al menos 9 años mis padres residieron en la ciudad autónoma de Ceuta. En ella, pudieron disfrutar de la mezcla de culturas que esta bella ciudad dispone. Entre esta cultura está la marroquí. Disfrutaron de algunos contactos con la comida y con personas marroquís que trabajaban en Ceuta, pero nunca cruzaron la frontera.
Pasado el tiempo, mi madre comentó que siempre se quedó con
las ganas de conocer Marruecos. Y puesto que Emily y yo somos unos enamorados del
país vecino al otro lado del Estrecho, decidimos montar un viaje de cinco días y
disfrutarlo con Eloy y mis padres.
Elegimos una vez más nuestro propio transporte en la
furgoneta T5 que disponemos. En un primer momento la idea era cruzar desde
Tarifa a Tánger, la ruta más directa y la mejor cuando viajas en turismo. El mal
tiempo hizo que se cancelara nuestro embarque y nos fuéramos a la odisea del
puerto de Algeciras. Escribo odisea porque así fue, desde las 12:00 de la
mañana hasta las 18:00 de la tarde esperando embarcar. La primera experiencia
de mis familiares no empezaba realmente bien, pero el humor y la paciencia hizo
más llevadero el viaje.
Si el embarque fue complicado, no lo fue menos salir del
barco, sellar el pasaporte, recoger la furgoneta, salir de la terminal de Tánger-Med e iniciar camino casi a las 23:00 de la noche dirección Tánger a nuestro
primer alojamiento. Tras nuestra llegada, disfrutamos de nuestra primera cena y
nuestro primer té moruno. Descansamos y enfilamos nuestra primera parte del
viaje dirección Chauen.
El camino a Chauen es relativamente corto, en unas dos horas
y media se llega a este bello pueblo. Hay que disfrutar del camino, ir parando
y mezclándonos con la gente, tal y como lo hacemos. Paramos a desayunar un
superdesayuno marroquí, con varios tipos de pan, té, zumo de naranja,
mermelada, crema de cacahuete, miel y queso fresco.
Chauen el pueblo azul marroquí nos deleita con sus estrechas
calles, escaleras, plazas y gran mercado dedicado a los turistas, lo que tal
vez quita interés para nosotros. Hablando con los lugareños, nos cuentan como
ha cambiado el núcleo urbano y como se ha desplazado a la gente autóctona del
centro. Ahora se reúnen en otras plazas, en otros lugares más auténticos, a los
que por supuesto decidimos ir y disfrutar. A los mercados, senderos, idas y
venidas entre callejuelas azules dedicamos gran parte de nuestro tiempo.
Una de nuestras rutas nos lleva a recorrer parte del Rif
dirección norte. En ella encontramos mucha vida rural. Repartimos algunos
balones y juguetes entre los niños y niñas que están en la cuneta de estas
carreteras de montaña. Las tiendas de cerámicas están también muy presentes en
nuestros recorridos y disfrutamos de ellas comprando algunos detalles.
Otra de nuestras paradas nos llevó a Tetuán a medio camino
entre Chauen y Tánger. Aparcamos y recorremos la enorme medina, que nos
sorprende por lo laberíntico de la misma.
Asila es una de nuestras paradas y donde recorremos sus calles,
la medina y el paseo marítimo. Seguimos mezclándonos con la gente marroquí y
disfrutando de su comida: cuscús, pinchitos, sopas y por supuesto los
desayunos.
Nuestra última parada antes de nuestro regreso a España es Tánger.
Para ello y de manera cómoda, aparcamos la furgoneta en el puerto y tras 10
minutos caminando, entramos en la medina. Una vez más nos sorprende lo enorme
de este espacio urbano.
Finalmente, y sin los atrasos de la ida, embarcamos y regresamos a la Península con la clara idea de que volveremos.
CRONOLOGÍA DE ESTE VIAJE:
PRIMER DÍA: Traslado de Córdoba-Sevilla a Algeciras. Embarque y llegada a Tánger.
SEGUNDO DÍA: Traslado a Chauen con paradas intermedias. Primeros
recorridos por Chauen.
TERCER DÍA: Día en Chauen y zonas cercanas del Rif.
CUARTO DÍA: Salida de Chauen, parada en Tetuán y llegada a Asila.
Recorrido por las calles de Asila.
QUINTO DÍA: Salida de Asila a Tánger. Visita a la medina de Tánger,
embarque y llegada a la Península.
Pues la cifra arrojada ha sido de 280 euros/persona. En estos
280 euros se incluyen, los ferrys, las comidas, desayunos, cenas, alojamientos
y combustible. No está incluido aquello que quieres comprar como recuerdo u
otras necesidades individuales.
En otras entradas del blog, ya he escrito de como has de
moverte en Marruecos y que esperar de este país, lo vuelvo a dejar aquí en esta
entrada del blog.
-La moneda del país es el dírham (DH) y su cambio puede realizarse directamente al salir de las estaciones marítimas. En los núcleos urbanos también es posible realizarlo en los bancos existentes.
-El billete del barco lo tomamos con la compañía FRS, costando unos 100 euros/pasajero incluyendo la furgoneta.
-La seguridad en el país, dada nuestra experiencia, es más que satisfactoria. Ahora bien no hay que confiarse y estar bien atento a todo lo que nos rodea. Destacamos que no nos hayan parado en los numerosos controles que la policía realiza en las carreteras marroquíes. Al parecer a los turistas o vehículos con matrícula extranjera no se les suele parar.
-Regatea, no te conformes con el primero de los precios que te den en las tiendas donde compres. Ahora bien, ten en cuenta lo que negocias, a veces puede que estés negociando por ahorrarte un euro o menos. Otra cosa son los precios de cafés y restaurantes, donde el precio es el que viene en la carta y no es negociable.
-La comida es muy buena, no te quedes sin probarla. Evitamos en todo momento beber agua del grifo y lo hicimos comprando agua embotellada, pues aquí es donde pueden venir los problemas estomacales. Imposible viajar a Marruecos y no beber té moruno, nosotros lo degustamos prácticamente en cada una de las paradas o visitas que hicimos.
-Olvídate de los perjuicios con la gente marroquí, en líneas generales son muy cordiales y amables. Es cierto que en muchas ocasiones quieren ayudar al turista por recibir algunos DH como propina, pero que eso no te preocupe, si como propinas das 5 DH estás dando 50 céntimos de euro.
-La conducción en Marruecos es muy diferente a la española, al menos fuera de autopista. Las líneas continuas no se respetan siempre que exista visibilidad. Los marroquíes conducen de manera tranquila, aunque debes estar atento a los cruces e incorporaciones. Existen gran cantidad de controles de velocidad móviles y fijos, por lo que deberás respetar los límites establecidos.
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| Recargando pilas en uno de los cafés de camino a Chauen. |
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| Panorámica de Chauen. |
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| Plaza principal de Chauen. |
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| Disfruta de la comida, en este caso garrapiñada elaborada al instante en una calle perdida de Chauen. |
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| Parrillos, descansando en el salón de nuestro primer alojamiento en Tanger. |
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| Fruta fresca en una fuente de Chauen, buen aperitivo para continuar nuestra visita. |
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| En la Mezquita Española con vistas a Chauen. |
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| Cementerio de Chauen. |
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| Un té "moruno" para finalizar la cena. |
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| Los gatos son los amos de las calles de Chauen. |
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| Paisajes del Rif. |
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| Durante nuestro viaje repartimos balones y jugamos al futbol con la juventud del país. |
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| Un viejo R12 marroquí de 1973 nos recordó el que mis padres compraron como primer vehículo cuando residíamos en Madrid. |
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| Si viajas a Chauen, no dejes de ir al restaurante O´clock y probar las hamburguesas de camello. |
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| Momento antes de jugar un partido de futbol en el Rif. |
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| Llevar un niño con una camiseta de futbol a Marruecos es garantía segura de interacción con sus ciudadanos. |
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| Murallas de Asila. |
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| Medina de Tetuán. |
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| Y "er Betis" ha de estar en todos lados, en esta ocasión tienda Los Béticos en Asila. |
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| La agricultura y la ganadería aún perduran en ambiente extensivo en Marruecos. |
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| Entrada en el puerto de Tarifa. |
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| Panorámica del Estrecho desde la Medina de Tánger. |
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| Mercado de abastos de la Medina de Tánger. |
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| Mercader en la Medina de Tánger preparando aliño para la carne. |
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| El color está en todos los mercados de Marruecos. |






























































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